martes, 27 de abril de 2010

¡PAMP!



Te humedeces los labios con la punta de la lengua y frotas uno con el otro. Esperas tres segundos y labio inferior y superior se sumen en una batalla presionando cada uno hacia un lado, hasta que finalmente se despegan y generan un estruendoso y musical “Pamp”. P-A-M-P. Es un infalible vocativo, la más espectacular expresión de sorpresa o una contundente muestra de asentimiento. “Pamp”, pronúncialo, exclámalo donde sea, en mitad de la calle, en el metro, en el trabajo, delante de todos, o de nadie, en una habitación cerrada sin muebles, donde el mágico fenómeno de la reverberación lo magnifique, como si lanzases una pelota de tenis y la pared te la devolviera. “Pamp”; “Pamp, pamp, pamp”, como un disparo, como si escupieses balas por la boca, balas melódicas e inofensivas, que se convierten en caricias al contacto con la piel. P-A-M-P, como un grito de auxilio y una salvación al mismo tiempo. Percíbelo como la bocanada de aire fresco que decía aspirar Woody Allen en Delitos y faltas cada vez que veía Cantando bajo la lluvia. “Pamp”, hazlo, por lo menos cada dos meses para mantenerte de buen humor. La normativa no lo contempla como onomatopeya, pero no hagas caso, Pampiza a todas horas. Pampiza a los gramáticos, pampízame, pampízanos.

2 comentarios:

Los oficios terrestres dijo...

Al terminar de leerlo o mejor dicho de escucharlo, o las dos cosas, lo primero que hice fue pampizar. Un tímido pamp, como escondido, vergonzoso; con el sabor del café de la mañana. El segundo, tras la sorpresa, fue más convincente. Y qué bien se siente.
Celebro que hayas captado este fotograma, la ocurrencia es genial.
A propósito, me gustan las mentiras, sobretodo las buenas, inteligentes y bien intencionadas, pero no me creo eso de la advertencia.
Un gran saludo,

Damián

Mr Belt dijo...

PAMP es el sonido que hace un árbol cuando cae y no hay nadie alrededor para oírlo.