X: Esta noche tengo frío y nostalgia. Y tú no estás aquí para curarme ninguna de las dos cosas.
Y: Pues yo además de eso, sufro de insomnio.
X: Es evidente que yo tampoco puedo dormir. Pienso a deshoras.
Y: Cállate, no lo digas tan alto.
X: Si no gritase no me oirías. Estás demasiado lejos como para que te llegue el sonido.
Y: Es que no quiero que me llegue, porque entonces además de padecer insomnio, nostalgia y frío, me quedaré sin oído y lo único que escucharé sería tu voz retumbando en mi cabeza.
X: Pues cállate tú. No me respondas, acaba con esta conversación y yo no intentaré empezar otra ni hacer ningún soliloquio.
(Silencio y fundido en negro)
FIN DEL PRIMER Y ÚLTIMO ACTO
2 comentarios:
X demuestra un manejo de la lógica impecable.
Hace pocos días reescribí un relato de hace tiempo que se llamaba "La enfermedad del frío". No sé por qué lo hice. Lo alargué y lo volví a dejar igual de triste. No modifiqué nada, sólo lo alargué. En algún momento un par de semanas atrás a ambos nos dio por pensar y escribir sobre el frío, porque el frío siempre vuelve. Al final, la vida es una suma de inviernos y un relato que se alarga. En eso pensé cuando leí tu entrada hace semana y media y ahora, cuando te comento.
Cuídate, escritora.
Publicar un comentario