Fundamos un partido político, en cuyo programa
aparecen todos los ingredientes que conforman un pastel de zanahoria. Se trata
de un postre muy de moda, no solo es novedoso obtener un plato dulce con algo
que hasta hace poco se había utilizado exclusivamente como salado, sino que
además resulta bastante ecológico. El chocolate también se cultiva en la tierra,
pero la zanahoria sosiega las conciencias veganas y nada de revolucionario tendría
una tarta a base de cacao.
Lanzaremos panfletos tanto en la puerta de
cualquier tienda de cupcakes, como en
los barrios donde la cama más cómoda es un banco con respaldo, pues todos los
votantes, incluso los que suelen hacerlo en blanco, comparten un mismo
objetivo: comer. A nadie le amarga un dulce. Cuando la tarta haya engordado a
nuestras expensas, solo quedará celebrarlo lanzándola contra el pueblo.
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